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Eva Radián

Me reconozco cómo persona, MUJER (con mayúsculas), profundamente humana.

Altamente sensible, de vulnerabilidad profunda… pero de gran fortaleza.

Mi vida ha discurrido entre dos mundos, la realidad interna y la externa.

Realidad que se ha ido fusionando con el paso del tiempo y de una profunda integración personal, de mi misma y con la vida.

Sin lugar a duda, lo que me ha traído hasta aquí, ha sido la propia vida, con todo el abanico de experiencias, que se han ido asumiendo e integrando, tras una labor de profunda interiorización y consolidación, hasta encontrar ese equilibrio sostenedorenriquecido con una paz profunda.

Paz profunda, alegría que permanece, dicha… que bien poco tiene que ver con la experiencia externa.

Siempre cercana a las terapias alternativas, ya que en diferentes momentos de mi vida, desde la niñez, fueron las que resolvieron ciertos problemas.

En un discurrir continuo que te van llevando, si te dejas, a conocer diferentes campos terapéuticos, solapados, todos en la misma línea.

Mi existencia, intensa existencia, ha sido un tránsito de experiencias, sin tregua (con algún momento de descanso…) que han conformado un camino dirigido a “mirar” de manera cada más vez más profunda, en todos procesos de la vida y la experiencia humana, tanto la mía, cómo de los maravillosos seres con los que la he compartido.

Un largo recorrido, sustancioso y nutritivo, que me condujo a tomar la decisión de profesionalizar, una vocación nacida del propio bagaje y el llamamiento interno a compartir mi aprendizaje con los demás.

Entonces inicié formaciones en psicología y terapias energéticas, encontrando una diversidad de la que sin duda alguna, he aprendido y obtenido un gran discernimiento.

Hasta llegar al nivel transpersonal, que es el que resonaba totalmente con mi sentir, mi alma y mi vida.

Una autoindagación intensa, de la que emergieron valiosas perlas, soterradas bajo cada herida profunda, que nutrieron cada vez más mi existencia, con una profunda sabiduría integral, nacida de la propia experiencia.

Un amplio curriculum curtido en la fusión experiencia-formación, que  ha supuesto abono fecundo, para desarrollarme y disfrutar plenamente, haciendo de mi vida un arte, “el arte de la terapia”.

Un arte que invita a seguir creciendo y desplegando, en cada acompañamiento, dimensiones cada vez más profundas y más neutras de mí ser.

Con un profundo respeto a mi misma y al acompañado, desde esa neutralidad que florece y una apertura consciente, que permite abrazar a cada uno cómo es, se genera el campo donde todo fluye en complicidad, empatía y cercanía, donde la magia de la terapia, simplemente “ocurre” y se manifiesta.

Mi eslogan “azafata en viajes de transformación”, nace desde ese lugar de acompañante, en un despegar consciente, hacia un viaje de profundidad y autoconocimiento, en el que acompaño, facilitando todas las herramientas de las que dispongo y que a mí me han servido en mis propios viajes y vuelos, respetando siempre la velocidad y la dimensión que cada uno pueda transitar y hasta donde cada uno decida viajar.

Cuando hago alusión a “mis viajes y vuelos”, es en atención a lo vivido, a mi propia experiencia personal, a cada camino transitado, porque yo también he sufrido. Como tú, también conozco el dolor, cómo tú, la separación, la enfermedad… la soledad… el duelo… el miedo… cómo tú, todo fue transitado, paso a paso, momento a momento…

La invitación es a que viajemos juntos, como pasajeros de un vuelo, donde cada uno asume su parte y su responsabilidad, en comprensión y respeto, hacia uno mismo y hacia el otro… en coherencia, complicidad y presencia.

Este viaje, sólo tiene un destino… EL CORAZÓN.

Destino que invita a  la vida, a vivirla plenamente, a iniciar un camino de apertura hacia el propio corazón, en el que vas a descubrir el Amor que eres y a reconocerte en toda tu valía, desarrollar tu don personal e innato y expresarlo  de manera auténtica y plena.

A soltar la máscara que te impide ser tú y abrazarte tal como eres, en tu totalidad.

Atravesar el miedo que implica desprenderse de creencias limitantes, de no ser suficientemente bueno  válido y prescindir de la necesidad de ser lo que otros quieren que seas, en lugar de ser TÚ.

A recibir lo que llega… y despedir lo que se va….

El viaje hacia el corazón, es el camino de la AUTENTICIDAD.

Si me dejas y te permites… aquí estoy para acompañarte.

Si me estás leyendo, no es casualidad… por eso… Te agradezco, de antemano, la oportunidad.

Preparado… bien puesto el cinturón… DESPEGAMOS!

¡¡¡FELIZ VIAJE!!!

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