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ENFRENTARSE A LA PERDIDA

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ENFRENTARSE A LA PERDIDA

“Todos pueden controlar un duelo excepto el que lo tiene”

 (William Shakespeare)

 

Por mucho que nos duela, que intentemos evitarlo, incluso negarlo, todos, en algún momento de la vida, tenemos que enfrentarnos a la pérdida.

El miedo puede ser tan grande, con solo pensarlo, que bloquea y encoge nuestro corazón

Que no haríamos para poder evitarlo, sobre todo en lo que respecta a nuestros seres queridos.

Pero lamentablemente, no está a nuestro alcance y cómo dice Bucay:

“NADIE PUEDE MOVERSE HACIA SU MADUREZ SIN DOLOR”

Con esta frase podemos entender que los duelos son algo imprescindible, parte de nuestra vida y de nuestro crecimiento.

En algún momento de la vida, vas a perder a alguien con cuya ausencia no podéis vivir, y tu corazón se va a romper en mil pedazos.

 Anne Lamott

De la misma forma que admito y afirmo, que cada duelo es personal e intransferible, al igual que la manera de afrontarlos es única e irrepetible, aunque todos tienen nexos comunes que ayudan a comprender y atravesarlos un poco más acompañados

Como también dice Bucay, todos los terapeutas del mundo, estamos de acuerdo en que  la posibilidad de encontrar una forma de expresar las vivencias internas, ayudará a quien esté transitando por el camino del dolor.

.- He perdido la mula, estoy desesperado, ya no puedo vivir. NO puedo vivir sino encuentro mi mula. Aquel que encuentre mi mula, va a recibir como recompensa, mi mula.

Y la gente decía:

-Estás loco, has enloquecido. ¿Perdiste la mula y vas a ofrecer como recompensa la propia mula?

Y él dice:

-Sí, porque me molesta no tenerla, pero me molesta mucho más haberla perdido.

 

La pérdida es algo que tengo que vivir de manera no elegida, sino obligada  y que genera un alto grado de impotencia, la mayoría de las veces.

Renunciar a lo que nunca quisiera despedir, a lo que jamás desearía soltar…

Pero no todas las pérdidas tienen que ver siempre con la muerte, lo que si es cierto que sean las que sean, grandes o pequeñas,  en todas hay que elaborar un duelo.

 

De entrada, hay que tener claro que en algún momento me van a dejar o seremos nosotros quienes dejemos a otros. Para evitar este sufrimiento, hay quien decide no comprometerse con nadie, no arriesgarse en la aventura del amor y cierran su corazón de manera determinante. Pero el precio a pagar por esa decisión es privarse de las relaciones auténticas, vivir la vida a medio gas y sin permitirse disfrutar

¿Y si en vez de encarar las relaciones con la visión de futuro y lo que con él pueda ocurrir, nos decidimos a vivir el presente, cada día, plenamente?

“TENGO EL COMPROMISO DE LOS QUE  PROCLAMAN QUE SE COMPROMETEN POR AMOR Y NO DE AQUELLOS QUE AMAN POR COMPROMISO”

Pero… ¿y el sufrimiento?

El sufrimiento, como decía Buda, es universal y tiene una sola raíz, el deseo. Una raíz que engloba los apegos, los anhelos y las expectativas, todo parte del deseo.

Por eso la frase, del El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, nos conduce a un camino de aceptación, de rendición, a lo que no podemos evitar de ninguna manera.

La muerte, es un proceso de cambio, donde algo que había, deja de estar, dando  lugar a lo que viene.

Permitir que esto ocurra es la elaboración del duelo, acogiendo el vacío, de no encontrar lo que antes me llenaba. Cuanto mayor sea el apego, mayor será el dolor en la separación. Esto es algo que hay que asumir para vivir el duelo.

La muerte puede quitárnoslo todo, pero realmente hay algo que jamás nos puede arrebatar:

“A quienes siguen viviendo en nuestro corazón”

Y desde ahí podremos abandonar la infantil creencia de que las cosas son para siempre y eternas.

Los que estamos de luto no estamos solos. Pertenecemos a la compañía más grande del mundo: la compañía de quienes han conocido el sufrimiento.

Helen Keller

En 1969 la psiquiatra Elisabeth Kübler Ross, nos presenta un modelo de duelo dividido en cinco etapas.

1.- LA NEGACIÓN

Esta etapa puede ayudar a amortiguar el golpe, en principio, pero tarde o temprano, habrá que enfrentarse con la realidad

2.- LA RABIA

Es la explosión visceral que necesita buscar culpables. El resentimiento nace ante la pérdida irremediable y  suele proyectar la ira hacia otras personas o el entorno más próximo

3.- LA NEGOCIACIÓN

El intento de querer modificar lo ocurrido y fantasear como hubieran sido las cosas de otra manera, todo que se hubiera podido hacer para evitar el fatal desenlace.

4.- LA DEPRESIÓN

La tristeza que acontece al tomar contacto con el vacío interior. En esta etapa la tendencia es al aislamiento. El dolor se hace insoportable a veces y el doliente puede sentirse sin ganas de continuar, por la pérdida de ilusión y aliciente en la vida.

5.- LA ACEPTACIÓN.

Representa el aprendizaje de  vivir con el dolor, dejarle su espacio y su tiempo

No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre ti, pero puedes evitar que anide en tus cabellos.

 

Todas estas etapas son necesarias

El duelo patológico ocurre cuando alguien se queda atascado en alguna de ellas, demasiado tiempo. O vivió un estado de shock que no le permite sentir y está totalmente bloqueado o paralizado.

Es importante hablar de cómo te sientes, permitir que todas las emociones sean expresadas  y en ningún momento reprimir el llanto.

Las lágrimas son palabras que la boca no puede decir ni el corazón puede soportar.

 

Hay una serie de indicaciones o pautas que nos van a ayudar a la hora de atravesar el dolor

*Aceptar los sentimientos que fluyan, unos con sentido y otros no. Es un proceso natural en la reacomodación de nuestro cerebro a la nueva situación

*Buscar en quien apoyarse y rodearse de personas con las que poder contar

*Dar prioridad al descanso y el cuidado de la salud, atendiendo a todas necesidades tanto orgánicas como afectivas que vayan surgiendo.

*Hablar del ser querido que ha partido, rememorando los buenos momentos y vivencias compartidas

*Buscar ayuda terapéutica que facilite el proceso

 

Y recordar siempre que aquellos que se fueron antes que nosotros solo nos precedieron y el mejor regalo que podemos ofrecerles, es continuar viviendo nuestra vida con plenitud, dedicándola a hacer todo lo posible, en el nombre del que se fue, que nos hace feliz.

 

«Y entendí que lo que me esperaba no era seguir sin ti. Era seguir, contigo guiándome desde otro lugar.»

 

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